20 octubre 2008

A dos metros bajo tierra

He llegado hasta el último minuto, del último capítulo, de A dos metros bajo tierra.

¿Qué puedo decir después de recuperar el pulso?

Pues la verdad es que poco más de lo que otros más listos que yo no hayan comentado antes. Coincido con los que digan que la serie, una vez entrada la segunda o tercera temporada sufre, no un bajón, sino una desaceleración en el ritmo creciente que supuso la calidad de los guiones en las primeras temporadas y que de ese caminar firme, recto y sostenido, pase finalmente en esta quinta y última temporada, una vez recuperadas las pilas, hacia un aumento vertiginoso de emociones y sentimientos que cualquiera con algo más que carne en su corazón, a buen seguro sentirá en esta espléndida última temporada.

Esa es mi opinión.

A dos metros bajo tierra es una serie que deberían obligarnos a ver y que deberíamos estar todos preparados para aceptar, asumir y comprender (por otra parte, tampoco es que sea tan difícil lo que sus creadores nos proponen). Quien ha crecido viendo series tan poco trabajadas como algunas españolas, no sabe lo que se pierde, aunque como seguramente tampoco será persona muy leída, no creo que le importe demasiado.

Ellos se lo pierden.

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